Mientras se disponían contra el Asia tantas fuerzas cuantas no reunió nunca ninguno después de Alejandro, se confederaron contra Demetrio Seleuco, Tolomeo y Lisímaco, y escribieron después juntos una carta a Pirro, excitándole a invadir la Macedonia, sin tener consideración a una paz que Demetrio no le había dado a él para estarse en quietud, sino que la había tomado para sí con el objeto de hacer la guerra a aquellos a quienes ya tenía intención de hacerla. Habiendo admitido Pirro la invitación tuvo para sí Demetrio una formidable guerra cuando todavía estaba tomando disposiciones: porque a un tiempo Tolomeo hizo que se le separara la Grecia, navegando a ella con una grande armada, e invadían la Macedonia, Lisímaco partiendo de la Tracia y Pirro entrando en ella por donde confinaba con su reino. Dejó Demetrio al hijo para que sostuviera la Grecia, y corriendo él en socorro de la Macedonia, primero se dirigió contra Lisímaco; pero dándosele aviso de que Pirro había tomado la ciudad de Berea, y extendiéndose la noticia entre los Macedonios, ya todo fue confusión en su campo, con lamentos y lloros, y aun con quejas e imprecaciones contra él, no queriendo éstos permanecer en el ejército, sino marcharse, según decían, a sus casas, pero en realidad al campo de Lisímaco. Resolvió, pues, Demetrio apartarse de éste lo más lejos que pudiera, y volver sus armas contra Pirro, porque Lisímaco era compatriota de ellos y aun amigo de muchos por Alejandro, mientras que Pirro era extranjero, y no era regular que le tuvieran más inclinación que a él los Macedonios. Mas saliéronle muy fallidos estos discursos; pues luego que se aproximó y puso su campo, cerca del de Pirro, como hubiesen admirado siempre el esplendor y fama de éste en las armas, acostumbrados como estaban de antiguo a tener por el más digno del reino al que era en la guerra más poderoso, y oyesen entonces que había tratado con humanidad a los cautivos, resolvieron todos pasarse o al otro o a éste, abandonando a Demetrio, y empezaron a marcharse, al principio a escondidas y en partidas pequeñas, pero después el movimiento y tumulto se hizo general en el campamento. Por fin, algunos se atrevieron a acercarse a Demetrio y prevenirle que huyera y se pusiera en salvo, por cuanto ya estaban cansados los Macedonios de hacer la guerra por su lujo y sus delicias. Pareciéronle a Demetrio estas palabras muy moderadas en comparación de las de la muchedumbre, y entrando en su pabellón, no como rey, sino como comediante, se puso un vestido negro en lugar de aquel trágico de que usaba, y con el mayor secreto que le fue posible se puso en fuga. Corría ya el mayor número al saqueo, altercando entre sí y despedazando la tienda, cuando llegó Pirro y al punto los reprimió y ocupó el campamento. Partió enseguida con Lisímaco toda la Macedonia, dominada siete años sin contradicción por Demetrio.