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Porque, en primer lugar, debiera haber invernado en la Armenia, para dar descanso a las tropas, fatigadas con una marcha de ocho mil estadios, y haber ocupado la Media en el principio de la primavera, antes que los Partos movieran de sus cuarteles de invierno; y no teniendo paciencia para esperar tanto tiempo, marchó desde luego con el ejército, dejando a la izquierda la Armenia, y tocando en la región Atropatena, se puso a talar el país. Después de esto, conduciendo en trescientos carros las máquinas de sitio, entre las que había un ariete de ochenta pies de largo, y de las cuales ninguna que se destruyese podía ser reparada con tiempo, por no producir todo aquel país superior sino maderas ruines y blandas, con la prisa las dejó como estorbos de su ligera marcha encomendadas a una guardia, de la que era comandante Estaciano, y se fue a poner sitio a Fraata, ciudad populosa, en la que se hallaban los hijos y las mujeres del rey de la Media. La necesidad le convenció bien presto del error que había cometido en dejar las máquinas, teniendo que recurrir al medio de levantar contra la ciudad grandes trincheras a costa de mucho tiempo y trabajo. Bajó en esto con poderoso ejército Fraates, y enterado de que habían quedado atrás los carros de las máquinas, envió contra ellos una gruesa división de caballería, por la que, sorprendido Estaciano, murió en la acción, y diez mil hombres con él. Tomaron además los bárbaros las máquinas, y las destruyeron e hicieron gran número de cautivos, siendo uno de ellos el rey Polemón.

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