En aquel día y en los tres siguientes, alterado el mar con un recio viento, impidió el combate; pero al quinto, restituida la calma y la serenidad, se prepararon a él. Tenían Antonio y Publícola el ala derecha; Celio, la izquierda, y en el centro se hallaban Marco Octavio y Marco Insteyo. César dio a mandar el ala izquierda a Agripa, tomando para sí la derecha. Formadas a la orilla del mar unas y otras tropas de tierra, mandadas las de Antonio por Canidio y las de César por Tauro, se estuvieron en reposo. De los generales, Antonio corría en una falúa de una parte a otra, exhortando a los soldados o que por la pesadez de sus naves pelearan firmes como en tierra, y dando orden, a los capitanes de los buques de que, como si estuvieran sobre las anclas, así recibieran sin moverse los choques de las contrarias, guardando la boca del puerto para no ser envueltos. De César se dice que, dando también vuelta por las naves antes de hacerse de día, se encontró con un hombre que conducía un borriquillo, y habiéndole preguntado su nombre, como le conociese, le respondió: “Yo me llamo Éutico, y el borriquillo Nicón”, por lo que, adornando después con los espolones aquel lugar, puso en él las estatuas de bronce del hombre y del borrico. Reconociendo lo que restaba de las escuadras, conducido para ello en una lancha hasta volver a su ala derecha, se maravilló de ver a los enemigos inmóviles en el estrecho; porque la vista era de naves que estaban aferradas en sus áncoras, y habiendo estado largo rato en esta persuasión, detuvo las suyas, que aun se hallaban a ocho estadios de distancia de las enemigas. Siendo la hora sexta y levantándose algún viento de mar, mal hallados los caudillos de Antonio con la detención, y confiados en la altura y mole de sus naves, con las que se tenían por invencibles, movieron el ala izquierda. Alegróse César al verlo, y contuvo aún su derecha, deseando que los enemigos se separaran más, fuera ya del golfo y de aquellos estrechos, para meterse con sus naves prontas y ligeras por entre aquellas que con su mole y falta de tripulación eran torpes y pesadas.