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Lo que principalmente los alentó fue lo ocurrido con la casual ausencia de Dionisio, el cual hacía muy poco que con ochenta naves había marchado a Italia. Así, aunque Dion exhortaba a los soldados a que se repusieran allí por algunos días, hallándose mal, parados de resulta de haber estado tan largo tiempo en el mar, ellos no lo permitieron, apresurándose a aprovechar la ocasión, por lo que clamaban que Dion los llevase a Siracusa. Descargando, pues, allí. todo el sobrante de armas y demás efectos, y encargando a Sínalo que se lo remitiese cuando hubiese oportunidad, marchó para Siracusa. Apenas se había puesto en camino se le pasaron doscientos caballos de los Agrigentinos que habitan el Écnomo, y después de éstos los Geloos. Corrió prontamente la voz por Siracusa, y Timócrates, el que estaba casado con la mujer de Dion, hermana de Dionisio, puesto al frente de los amigos que habían quedado en la ciudad, envió al punto a Dionisio un mensajero con cartas en que le avisaba la llegada de Dion, en tanto atendía a los alborotos y movimientos de la ciudad, en la que todos estaban ya en agitación, aunque por miedo y por no acabar de creerlo no se decidían; pero al mensajero le ocurrió un caso muy particular y extraño, y fue que, habiendo hecho su navegación a Italia, al pasar por los términos de Regio para ir a Caulonia, donde se hallaba Dionisio, se encontró con un amigo suyo que se retiraba con los restos de un sacrificio que acababa de hacer, y recibiendo de éste una porción de la carne, continuó con celeridad su viaje. Habiendo andado parte de la noche, le obligó el cansancio a reposar un poco, y así como estaba se echó a dormir en una selva al lado del camino. Al olor de la carne vino un lobo, y para llevársela, estando atada a la alforja, dio a correr llevándose también ésta, en la que estaban las cartas. Cuando el mensajero despertó y lo advirtió, dio muchas vueltas e hizo muchas diligencias en busca de la alforja, y como hubiese sido en vano, resolvió no ir sin las cartas a la presencia del tirano, sino más bien huir de él cuanto antes.

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