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Mas, Timeo, aprovechando una ocasión justa, como lo era la de la adhesión y celo de Filisto por la tiranía, sacia su deseo de hablar mal de él. En esto quizá pueden merecer indulgencia los que han sido agraviados, aun para llegar al extremo de ensañarse con un cadáver que carece de sentido; pero en los que después escriben los sucesos no habiendo sido ofendidos en vida por él, y aprovechándose de sus escritos, su misma gloria parece que exige que no le echen en cara con afrenta y vilipendio sus desgracias, de las que nada hay que pueda asegurar aun al hombre más recto y justo de parte de la fortuna. Tampoco Éforo obra cuerdamente en alabar a Filisto; pues, sin embargo de mostrarse tan hábil en cubrir con motivos decentes las acciones injustas y las costumbres estragadas, y en encontrar al intento las más seductoras expresiones, por más esfuerzos que hace no puede evitar que de su relación misma resulte contra sí haber sido el hombre más adicto a la tiranía y el que más solicitó y más admiró el lujo, el poder, la riqueza y los enlaces de los tiranos. En fin, en cuanto a Filisto, el que no alabe sus acciones, ni tampoco le eche en cara su suerte, ese será el que mejor desempeñe el oficio de historiador.

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