Recibieron a Dion los Leontinos con las mayores muestras de honor y aprecio, y a los soldados les ofrecieron pagarles su haber, y los hicieron ciudadanos. Dispusieron luego enviar a los Siracusanos embajadores con proposición de que tuvieran la consideración debida a aquellos soldados forasteros; pero ellos mandaron otra embajada para acusar a Dion. Reuniéronse con los Leontinos los aliados y, habiendo conferenciado entre sí declararon que no tenían razón los Siracusanos; pero éstos no hicieron cuenta de lo resuelto por los aliados, engreídos y soberbios con que habían sacudido toda obediencia, y antes les estaban sujetos y les temían sus propios magistrados.