Dícese que César no dejó de tener cuidado de Bruto, sino que en la batalla previno a los jefes que tenía cerca de sí que no le matasen, y antes le guardasen consideración, llevándole a su presencia si voluntariamente se prestaba a ello; pero que si hacía resistencia lo dejaran y no lo violentasen, y que esto lo hacía en obsequio de la madre de Bruto, Servilla, porque siendo joven había tratado a ésta, que se mostraba muy prendada de él, y habiendo nacido Bruto en el tiempo en que estos amores se hallaban en su mayor fuerza, estaba creído que había nacido de él. Refiérese asimismo que cuando en el Senado se estaba tratando de aquella terrible conjuración de Catilina, que estuvo a punto de arruinar la república, contendían entre sí Catón y César, siendo de distinto dictamen. En esto le entraron a César un billete que se puso a leer para sí, clamando Catón que César ejecutaba una acción muy reparable en recibir avisos y billetes de los enemigos; y como muchos se mostrasen también inquietos, entregó César el billete a Catón, el cual, luego que vio ser un billete amoroso de su hermana Servilia, se lo tiró a César, diciéndole: “Toma, borracho”; y volvió a continuar su discurso; ¡tan sabidos y públicos eran los amores de Servilla con César!