Eran varias las preturas, y no se dudaba que la de mayor dignidad, llamada pretura urbana, sería de Bruto o Casio. Dicen algunos que ya por otras causas estaban desacordados entre sí, sin que esto hubiese salido al público, y que con este motivo creció la discordia, sin embargo del deudo que tenían, porque Casio estaba casado con Junia, hermana de Bruto: pero otros aseguran que esta contienda fue obra de César, que reservadamente daba esperanzas a entrambos, hasta que, excitados y acalorados uno y otro, se mostraron competidores, contendiendo Bruto con su buena opinión y con su virtud contra las muchas y brillantes hazañas de Casio en la guerra de los Partos. Enterado César de la pretensión, y consultando sobre ella con sus amigos, dijo: “Las alegaciones de Casio son más justas, pero a Bruto se ha de dar la primera”. Nombrado, pues Casio para la segunda, no tuvo tanto agradecimiento por la que se le dio como enojo y encono por aquella en que fue vencido y Bruto, en general, participaba del poder de César a medida de su voluntad, pues si hubiera querido, estaba en su mano el ser el primero de los amigos de éste y el de mayor influjo; pero le retrajo y apartó el deudo y amistad con Casio, no porque se hubiese reconciliado con él desde aquella competencia, sino porque daba oídos a sus amigos, que le prevenían no se dejase seducir y ablandar por César, y antes huyera los agasajos y obsequios de un tirano que los prodigaba, no por hacer honor a su valor, sino para debilitar su firmeza y enervar su aliento.