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En aquella misma noche se dice haberse vuelto a presentar a Bruto aquel espectro, y que habiéndose aparecido de la misma manera, nada dijo, sino que luego se retiró, pero Publio Volumnio, hombre dado a la filosofía, y que desde el principio militó con Bruto, no habla de semejante prodigio, aunque dice que la primer águila se llenó de abejas, que el brazo de uno de los guías despidió sin causa conocida olor de esencia de rosa, y aunque se lavó y limpió muchas veces, nada se adelantó, y que antes de la misma batalla se combatieron dos águilas en el espacio que mediaba entre las dos huestes, estando toda la llanura en increíble silencio y todos mirándolo; y cedió y se retiró la que estaba a la parte de Bruto. Fue también muy sonado entonces lo del Etíope, que abierta la puerta dio de frente con el alférez que conducía la primer águila, y que fue hecho pedazos por los soldados con las espadas para desvanecer el agüero.

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