Siendo muchos los bienes de todo género que en estos dos varones se acumularon, el que puede contarse por primero, que es haber llegado a ser grandes de pequeños principios, esto sobresale más en Dion, porque no tuvo quien con él concurriese, como tuvo Bruto a Casio, el cual, aunque en la virtud y en la opinión no le era comparable, en valor, pericia y hazañas no puso para la guerra menor parte; y aun algunos a él es a quien atribuyen el principio de la empresa, diciendo haber sido autor e instigador del pensamiento contra César respecto de Bruto, que por sí a nada se movía. Dion, así como las armas, las naves y las tropas, igualmente parece que puso por sí mismo solo los amigos y los colaboradores de la obra. Ni allegó tampoco Dion, como Bruto, riqueza y poder de los negocios mismos y de la guerra, sino que invirtió en la guerra su riqueza propia, consagrando a la libertad de sus conciudadanos los medios que tuvo para subsistir en su destierro. Además, Bruto y Casio, echados de Roma, no siéndoles dado permanecer en reposo, cuando ya eran perseguidos como reos de pena capital, por necesidad recurrieron a la guerra, y confiando sus personas a las armas, más puede decirse que se expusieron a los peligros por sí mismos que por sus conciudadanos; pero Dion, pasando en el destierro una vida más extensa y placentera que el tirano que le desterraba, voluntariamente abrazó el peligro por salvar a la Sicilia.