En las mismas acciones de guerra Dion se mostró siempre un general irreprensible, dirigiendo perfectamente las que él dispuso y enmendando y corrigiendo las que otros habían desgraciado, mientras que Bruto, aun respecto del último combate en que se aventuró todo, parece que ni se arrojó a él con prudencia ni encontró enmienda al descalabro; sino que luego perdió y abandonó toda esperanza, no tratando ni siquiera, como Pompeyo, de probar fortuna, y esto sin embargo de que aun le quedaban medios de confiar en las mismas armas y de que con sus naves dominaba seguramente todo el mar. Lo que más se ha reprendido en Bruto, es el que, habiendo debido la vida al favor de César, y salvando a cuantos quiso, siendo uno de sus amigos, preferido en los honores a muchos, hubiese puesto manos en su persona, esto ciertamente no habrá nadie que lo diga de Dion, sino más lo contrario, pues siendo deudo de Dionisio, mientras se mantuvo en su amistad dirigió y promovió sus intereses; pero después de ser desterrado de su patria, ofendido en su mujer y privado de su patrimonio, tuvo ya manifiestas causas para una guerra justa y legítima. Pero esto, en primer lugar, ¿no puede convertirse y valer en sentido contrario? Porque lo que cede en la mayor alabanza de los hombres, que es el odio a la tiranía y la aversión a toda maldad, esto en nadie se vio más claro ni con mayor pureza que en Bruto, el cual, no teniendo en particular nada por qué quejarse de César, sólo se expuso por la pública libertad: y Dion, a no haber sido personalmente injuriado, no habría hecho la guerra; lo que aparece con mayor claridad de las cartas de Platón, por las que se ve que a Dionisio lo destruyó Dion arrojado de la tiranía, no retirándose él de ella. Mas a Bruto fue el bien público el que lo hizo amigo de Pompeyo y enemigo de César, poniendo siempre en sola la justicia el término de su odio o de su amor; pero Dion hizo muchas cosas en servicio de Dionisio, mientras éste se puso en sus manos, y cuando desconfió de él, por enojo le movió la guerra. Por lo mismo, no todos sus amigos tuvieron por cierto que no aseguraría y consolidaría para sí el imperio, destruido Dionisio, halagando a los ciudadanos con un nombre más blando de tiranía; cuando en orden a Bruto, aun de boca de sus mismos enemigos se oía que de cuantos conjuraron contra César, él sólo no se propuso desde el principio hasta el fin otro objeto que el de restituir a los romanos su patria y legítimo gobierno.