Mas Pericles contenía esta inquietud y reprimía su ambición, volviendo principalmente aquellos grandes medios a la conservación y seguridad de lo que ya dominaban, reputando por gran hazaña el tener a raya a los Lacedemonios, y manifestándoseles en todo opuesto, de lo que dio pruebas en muchas otras cosas; pero más señaladamente en la conducta que observó en los sucesos de la guerra sagrada. Porque después que los Lacedemonios pasaron con ejército a Delfos, y teniendo antes los Focenses el templo, lo entregaron a los de esa ciudad; retirados aquellos, al punto se dirigió allá Pericles, también con tropas, y restituyó a los Focenses. Los Lacedemonios habían obtenido con esta ocasión de los de Delfos precedencia en las consultas del oráculo, y la habían esculpido en la frente del lobo de bronce: obtúvola, pues, entonces para los Atenienses, y la hizo grabar también sobre el lobo en el lado derecho.