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Aníbal, yendo en su persecución, no estaba ya más que a cuarenta estadios, y se dice que en público prorrumpió en esta expresión: “¡Hola! También los Romanos tienen otro Aníbal, pues hemos perdido a Tarento como lo habíamos tomado”, y que en particular se vio entonces por primera vez en la precisión de manifestar a sus amigos que antes había visto como muy difícil, mas entonces como imposible, sujetar la Italia con los medios que les quedaban. Triunfó por estos sucesos segunda vez Fabio, siendo este triunfo más brillante que el primero, como de fuerte atleta que ya medía sus fuerzas con Aníbal y en breve iba a deshacer el prestigio de sus hazañas, como nudos o vínculos que ya no tenían la misma fuerza, pues ésta por una parte se enervaba con el regalo y la riqueza y por otra parte se debilitaba y quebrantaba con inútiles combates. Era Marco Livio el que defendía a Tarento cuando se entregó a Aníbal; con todo, conservando la ciudadela, no fue arrojado de ella, y la mantuvo hasta que volvieron los Tarentinos a la dominación de los Romanos. Irritóse aquel con los honores tributados a Fabio, e inflamado un día, en el Senado, de envidia y de ambición, dijo que no era a Fabio, sino a él, a quien se debía la toma de Tarento; y Fabio, sonriéndose: “Es cierto- le contestó- porque si tú no la hubieras perdido, no hubiese yo tenido que recobrarla”.

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