Además de que en todo procuraban honrar a Fabio los romanos, nombraron cónsul a su hijo Fabio, y encargado éste del mando en ocasión en que estaba dando ciertas disposiciones para la guerra, el padre, o por vejez y enfermedad, o para probar a su hijo, montó a caballo y fue a pasar por entre los que allí concurrían y los que a aquel acompañaban. Viole el joven de lejos, y no se lo permitió, sino que envió un lictor con la orden de mandar al padre que se apease y fuera donde él estaba si tenía algo que solicitar del cónsul. Ofendió esta orden a los circunstantes, que volvieron en silencio los ojos hacia Fabio, por parecerles que no se le trataba como merecía; mas él, apeándose al punto y encaminándose a pasos acelerados hacia el hijo, le abrazó y saludó, diciéndole: “Muy bien pensado y muy bien hecho, hijo mío: esto es conocer a quienes mandas, y cuán grande es la dignidad de que estás adornado. De esta misma manera, nosotros y nuestros ascendientes hemos contribuido a la grandeza romana, poniendo siempre a los padres y a los hijos en segundo lugar después del bien de la patria”. Consérvase todavía en memoria que el bisabuelo de Fabio, que ciertamente llegó entre los Romanos a la mayor gloria y al mayor poder, habiendo sido cónsul cinco veces y conseguido triunfos muy brillantes de poderosos enemigos, fue acompañando, siendo ya anciano, a su hijo cónsul a la guerra, que en el triunfo éste fue conducido con tiro de caballos, y el padre le siguió a caballo entre los demás muy regocijado de que, con imperar él a su hijo y ser el mayor entre sus ciudadanos, que así lo reconocían, tomaba, sin embargo, lugar después de las leyes y del que mandaba por ellas, aunque no le venía de esto sólo el ser un hombre extraordinario. Tuvo Fabio el pesar de que el hijo se le muriese, y sufrió su pérdida resignadamente, como hombre sabio y como buen padre, y el elogio que uno de los deudos dice en las exequias de los hombres ilustres lo pronunció él mismo presentándose en la plaza, y poniendo por escrito este discurso, lo dio al público.