En el libro de invectivas de Anfitón se refiere que, siendo muchacho, abandonó su casa y se fue a la de Demócrates, uno de sus amantes. Quería Arifrón hacerle pregonar; pero Pericles no se lo permitió, porque si había muerto, sólo se ganaría con el pregón que se descubriese un día antes, y si estaba salvo, era preciso tenerle por perdido para toda la vida. Dícese allí, además, que en la palestra de Sibirtio mató a uno de sus criados, sacudiéndole con un palo. Mas no es cosa de dar crédito a tales especies, que el mismo que por zaherir usa de ellas, reconoce ser movido a divulgarlas por enemistad.