Luego que Latino les refirió esa visión, dudando quién podría ser el poco diestro y poco grato danzante que había precedido a la rogativa de Júpiter, hicieron algunos memoria, por la extrañeza del castigo, de aquel esclavo que azotado había sido conducido por la plaza y después se le había dado muerte. En consecuencia, por dictamen uniforme de los sacerdotes, el señor del esclavo fue castigado, y de nuevo se hicieron en honor del dios la rogativa y los ruegos. En otras muchas cosas se echa de ver que Numa fue un excelente ordenador de las cosas sagradas; pero sobresale principalmente lo que estableció para hacer religiosos a los Romanos; en efecto, cuando los magistrados y sacerdotes se ocupan en las cosas divinas, precede un heraldo, que exclama en alta voz: hoc age, expresión que significa “haz esto”, prescribiendo a los sacerdotes que presten atención y no interpongan ninguna otra obra o especie de ocupación, como dando a entender que las más de las cosas humanas se hacen por una cierta necesidad, sin intención del que las hace. Por lo que toca a los sacrificios, las procesiones y los espectáculos, suelen los Romanos repetirlos, no sólo por una causa tamaña, sino por otras más pequeñas; pues con que flaquease uno de los caballos que arrastraban las llamadas tensas, o con que un auriga tomase las riendas con la mano izquierda, decretaban que de nuevo se hiciese la rogativa, y aun en tiempos posteriores se hizo hasta treinta veces el mismo sacrificio, porque siempre pareció que había habido alguna falta o se había atravesado algún estorbo; ¡tal era en estas cosas divinas la piedad de los Romanos!