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Cuando estuvieron ya reunidas todas las fuerzas de los Volscos, como se hallase ser muchas, determinaron dejar una parte en las ciudades para su guarnición y con la otra marchar contra los Romanos; y en esta ocasión Marcio dio a escoger a Tulo entre los dos mandos. Pero Tulo contestó que conocía bien que Marcio no le cedía en valor, y que en fortuna le había visto ser muy favorecido en todos los hechos de armas; así, que tuviera el mando de las que habían de salir a campaña, quedándose él mismo a defender las ciudades y a facilitar a los del ejército cuanto fuera menester. Cobrando con esto Marcio nuevo ánimo, volvió en primer lugar contra la ciudad de Circeyos, colonia que era de los Romanos; mas como ésta se le entregase espontáneamente, ningún daño le hizo. Desde ella pasó a talar el país de los Latinos, esperando con esto que los Romanos vendrían a empeñar acción en defensa de los Latinos, por ser sus aliados, y porque muchas veces los habían llamado. Mas la muchedumbre había decaído de ánimo, y quedándoles a los cónsules muy poco tiempo de mando, en el que no querían exponerse, por estas causas desatendieron a los Latinos; entonces Marcio marchó contra las ciudades mismas, y sojuzgando por la fuerza a los Tolerinos, Lavicos y Pedanos, y aun a los Bolanos, que le hicieron resistencia, se apoderó, al recoger la presa, de sus personas, y distribuyó sus bienes. A los que voluntariamente se le entregaron, los protegió con esmero para que, sin quererlo él, no recibiesen daño alguno, aunque estuviera lejos con el ejército y distante del país.

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