Recogió los niños Fáustulo, uno de los pastores del rey, sin que nadie lo entendiese, o, según el sentir de los que parece, se acercan más a lo cierto, sabiéndolo Numitor, y suministrando reservadamente auxilios a los que corrían con su crianza. Añádese que, llevándolos a Gabias, se les educó en letras y en todas las demás habilidades propias de gente bien nacida; y que, por habérseles visto mamar de la loba, de aquí vino ponérseles los nombres de Rómulo y Remo. Y la buena disposición de sus cuerpos, aun siendo niños, en la estatura y belleza de ellos dio bien claras muestras de su carácter. Ya más adultos se vio que ambos eran resueltos y esforzados, de ánimo intrépido para peligros, y de una osadía que con nada se arredraba; pero en Rómulo se descubría mayor disposición para manejarse con prudencia y cierto tino político: así, en los encuentros que con los vecinos se ofrecían en pastos y cacerías se echaba luego de ver que su genio era más de jefe que de súbdito. Por tanto, con sus iguales y con los infelices eran muy afables; pero con los sobrestantes y mayordomos del rey y con los mayorales del ganado, en quienes no reconocían ventaja de virtud, eran altivos, no dándoseles nada de sus amenazas ni de su enojo. Sus ejercicios y juegos eran de personas nobles; porque no hacían consistir la nobleza en el ocio y la holgazanería, sino en la lucha, en la caza, en las apuestas a correr, en sujetar a los forajidos, en limpiar la tierra de ladrones, y en proteger a los que eran atropellados, con lo que habían adquirido gran nombre.