Antígono, que entre todos los sucesores y generales de Alejandro fue el que alcanzó mayor poder, adquirió para sí y para su familia el título de rey, y tuvo por hijo a Demetrio, de quien lo fue Antígono, por sobrenombre Gonatas, y de éste otro Demetrio, que habiendo reinado no largo tiempo, falleció, dejando un hijo, todavía niño, llamado Filipo. Temerosos de la anarquía, los próceres macedonios dieron la autoridad a Antígono, primo del difunto, y uniendo con él en matrimonio a la madre de Filipo, primero le llamaron tutor y general, y después, habiéndole hallado benigno y celoso del bien común, le dieron el título de rey, apellidándole por sobrenombre Dosón , como muy prometedor y poco cumplidor de sus promesas. Reinó después de éste Filipo, recomendándose como el que más de los reyes, a pesar de ser todavía mancebo; y ya se le atribuía la gloria de que restableciera a la Macedonia en su antigua dignidad, y que sería él sólo quien contuviese el poder romano que amenazaba a todos; mas, vencido en un gran batalla cerca de Escotusa por Tito Flaminino, entonces bajó la cabeza e hizo entrega de todo cuanto tenía a los Romanos, dándose por muy contento con que no se le exigiera más. Hallóse luego mal con este estado, y creyendo que el reinar por merced de los Romanos más era propio de un esclavo atento sólo al vientre, que no de un hombre adornado de prudencia y de pundonor, volvió su consideración a la guerra, y empezó a disponerla encubiertamente y con gran destreza. Porque desatendiendo y dejando debilitarse y yermarse las ciudades de carretera, y las inmediatas al mar, como si las tuviese en poco precio, fue congregando muchas fuerzas; y llenando las aldeas, las fortalezas y las ciudades mediterráneas de armas, de provisiones y de hombres robustos, preparaba así la guerra y la tenía como encerrada y encubierta: de armas en buen estado había treinta mil; de trigo entrojado en casa, ochocientas mil fanegas, y un acopio de provisiones bastante a mantener diez mil estipendiarios por diez años para defender el país. Mas no llegó el caso de que éste promoviera y adelantara la guerra, por haberse dejado morir de pesar y abatimiento, a causa de que descubrió que había hecho morir injustamente a su otro hijo Demetrio, por una calumnia del que valía menos. El que le sobrevivió, llamado Perseo, heredó con el reino el odio a los Romanos, aunque no era capaz de hacerles frente por su bajeza de alma y la perversidad de sus costumbres; en las que, no obstante que entraban diferentes pasiones y malos afectos, dominaba, sin embargo, la avaricia, y aun se decía que ni siquiera era legítimo, sino que la mujer de Filipo lo recogió recién nacido, habiéndolo dado a luz una costurera de Argos, llamada Gnatenia, y ocultamente se lo dio a aquel por hijo. Y ésta se cree haber sido la principal causa por la que de miedo hizo dar muerte a Demetrio, no fuese que, teniendo la casa heredero legítimo, viniese al cabo a descubrirse su bastardía.