De allí a algún tiempo, aunque los Espartanos todavía afectaban ser amigos y aliados de los Tebanos, en realidad miraban ya con ceño su altivez y su poder, y, sobre todo, no estaban bien con el partido de Ismenias y Androclides, al que pertenecía Pelópidas, por parecerles demasiado liberal y democrático. En esta situación, Arquias, Leóntidas y Filipo, oligarquistas y ricos, que aspiraban a mandar, persuadieron al Espartano Fébidas que, cayendo repentinamente con su ejército, se apoderara de la ciudad de Cadmea, y, arrojando de la ciudad a los que se opusieran, arreglara un gobierno de pocos, al modo del de los Lacedemonios, y dependiente de él. Entró aquel en el plan, y sorprendiendo a los Tebanos, bien ajenos de tal intento, mientras celebraban las Tesmoforias, se hizo dueño de la ciudadela. En cuanto a Ismenias, hiciéronle preso, y llevado a Esparta, a poco tiempo le quitaron la vida: Pelópidas, Ferenico y Androclides huyeron y fueron proscritos; mas Epaminondas permaneció tranquilo y olvidado en el país, teniéndolo por poco inquieto a causa de su filosofía y por de ningún poder a causa de su pobreza.