6

Los Lacedemonios privaron, es verdad, a Fébidas del mando y le multaron en cien mil dracmas; pero no por eso dejaron de conservar en su poder la ciudadela: determinación de cuya inconsecuencia se admiraron todos los Griegos, pues que castigaban al autor y confirmaban lo mal hecho. En tanto, a los Tebanos, que habían perdido su propio gobierno, quedando esclavizados a Arquias y Leóntidas, ni siquiera les era dado esperar algún término de una tiranía que había sido introducida por la fuerza militar de los Espartanos y no podía desatarse si no había quien arrancase a éstos su superioridad e imperio por mar y por tierra; y sin embargo, sabedor Leóntidas de que los desterrados se hallaban en Atenas amados de la muchedumbre y honrados de los hombres virtuosos y rectos, trató de armarles escondidas asechanzas, para lo cual se valió de unos hombres desconocidos, que con engaños dieron muerte a Androclides, librándose de sus, manos los demás. Enviáronse también cartas por los Lacedemonios a los Atenienses, en que les ordenaban que no recibiesen ni auxiliasen en sus intentos a los desterrados, sino que los hiciesen salir como pregonados por enemigos públicos de toda la federación. Mas los Atenienses, en quienes parece ingénito el ser humanos, correspondiendo a los de Tebas, que fueron la principal causa de que volviesen a su patria, y que dieron un decreto para que, si algún Ateniense llevase armas contra los tiranos por la Beocia, ningún natural de ella hiciese demostración de que lo veía o lo entendía, ni en lo más mínimo ofendieron a los Tebanos.

Share on Twitter Share on Facebook