Decretado por el Senado el triunfo solamente a Marcelo, apareció éste en la pompa, si se atiende a la brillantez, riqueza y copia de los despojos, y al número de los cautivos, magnífico y admirable como los que más; pero el espectáculo más agradable y nuevo era ver que él mismo conducía al templo de Júpiter la armadura del bárbaro, para lo cual había hecho cortar el tronco de una frondosa encina, y disponiéndolo como trofeo puso ligadas y pendientes de él todas las piezas, acomodándolas con cierto orden y gracia; y al marchar el acompañamiento púsose al hombro el tronco, subió a la carroza, y como estatua de sí mismo, adornada con el más vistoso de los trofeos, así atravesó la ciudad. Seguía el ejército con lucientes armas, entonando odas e himnos triunfales en loor del dios y del general. De esta manera continué la pompa, y, llegada al templo de Júpiter Feretrio, subió a él e hizo la consagración, siendo el tercero y el último hasta nuestra edad, porque Rómulo fue el primero que trajo iguales despojos, de Acrón, rey de los Ceninenses; el segundo Cornelio Coso, de Tolumio, Etrusco, y después de estos Marcelo, de Virdómaro, rey de los Galos, y después de Marcelo, nadie. Dase al dios a quien se hizo la ofrenda el nombre de Júpiter Feretrio, según unos, por habérsele llevado el trofeo en un féretro, como derivado de la lengua griega, muy mezclada entonces con la latina; según otros, ésta es denominación propia de Júpiter Fulminante, porque al herir o lisiar los Latinos le llaman ferire. Otros, finalmente, dicen que se tomó el nombre del mismo golpe o acto de herir en la guerra, porque en las batallas, cuando persiguen a los enemigos, repitiendo la palabra “hiere”, se excitan unos a otros. Al botín comúnmente le llaman despojos; pero a los de esta clase les dicen con especial denominación opimos; y se refiere que en los comentarios de Numa Pompilio se hace mención de opimos primeros, segundos y terceros; mandando que los primeros que se tomaban se consagrasen a Júpiter Feretrio; los segundos, a Marte, y los terceros, a Quirino; y que por prez del valor recibían el primero trescientos ases, doscientos el segundo, ciento el tercero; acerca de las cuales cosas prevalece además la opinión de que entre aquellos sólo son honoríficos los que se toman los primeros en batalla campal, dando muerte el un general al otro; mas baste ya de este punto. Los Romanos tuvieron en tanto esta victoria y el modo con que se terminó esta guerra, que de los rescates enviaron en ofrenda a Apolo Pitio una salvilla de oro, y de los despojos, además de partir largamente con las ciudades confederadas, regalaron asimismo considerable porción a Hierón, tirano de Siracusa, que era también amigo y aliado.