Esto fue lo que pasó entre los caudillos de la armada de los Griegos; mas Aristides, sabedor de que Psitalea, que es una isla pequeña junto al estrecho de Salamina, había sido ocupada por gran número de enemigos, tomó consigo en unas lanchas a los ciudadanos más decididos y animosos, aportó a la isleta, y trabando combate con los bárbaros les dio muerte a todos, a excepción de unos cuantos de los más distinguidos entre ellos, a quienes hizo cautivos. Entre éstos había tres hijos de una hermana del rey, llamada Sandauca, los cuales remitió al instante a Temístocles, y se dice que de mandato del agorero Eufrántides fueron sacrificados, según cierto oráculo, a Baco Omesta. En seguida, distribuyendo Aristides soldados de infantería por toda la isla los tuvo en celada contra los que aportasen a ella; mal de modo que en nada ofendiesen a los amigos ni dejasen ir salvos a los enemigos: pues parece que el principal concurso de las naves y lo más recio de la batalla vino a ser hacia aquel punto por lo que levantó trofeo en Psitalea. Después de la batalla, queriendo Temístocles probar a Aristides, le dijo que, si bien era muy grande la obra que habían hecho, todavía les faltaba lo mejor, que era tomar el Asia en la Europa, navegando velozmente al Helesponto y cortando el puente; mas como le replicase Aristides que debía abandonarse aquel pensamiento y ver cómo harían que el Medo saliese cuanto antes de la Grecia, no fuese que encerrado por falta de salida la necesidad le obligase a defenderse con tan inmensas fuerzas, Temístocles despachó al eunuco Arnaces, que era uno de los cautivos, para que dijese al rey en secreto que él había disuadido a los Griegos del intento de ir a cortar los puentes, con el objeto de que el rey se pusiese en salvo.