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Viniendo así a ser dos los combates, los Lacedemonios fueron los primeros que rechazaron a los Persas, habiendo un Espartano llamado Arimnesto dado muerte a Mardonio de una pedrada que le disparó en la cabeza, como se lo había predicho un oráculo de Anfiarao. Porque había enviado a este oráculo a un Lidio y al oráculo de Trofonio a uno de Caria; y la respuesta que a éste dio el profeta fue en lengua cárica; al Lidio, habiéndose dormido en el templo de Anfiarao, se le figuró que se había presentado un ministro del dios y le había mandado que saliera; y como no quisiese, le había tirado a la cabeza una gran piedra, pareciéndole que del golpe había muerto; esto es lo que se dice haber pasado. Puestos ya en fuga los Persas, los persiguieron hasta hacerlos encerrar dentro de sus muros de madera. De allí a poco rechazaron igualmente los Atenienses a los Tebanos, dando muerte en la misma batalla a unos trescientos de los más distinguidos y principales; y no bien se había verificado esto, cuando les vino orden de que fueran a sitiar el ejército de los bárbaros, encerrado dentro de sus muros. Por esta razón, dejando que los Griegos se fueran libres, marcharon a dar el socorro donde se les pedía, y poniéndose al lado de los Lacedemonios, ignorantes e inexpertos en el modo de conducir un sitio, tomaron el campamento con mucha mortandad de los enemigos; pues se dice que de los trescientos mil sólo huyeron con Artabazo unos cuarenta mil. De los Griegos, que combatieron por la salud de esta región, murieron al todo unos mil trescientos y sesenta; de éstos eran Atenienses unos cincuenta y dos, todos de la tribu Ayántide, según escribe Clidemo, por haber sido la que más denodadamente peleó; y por esta causa los Ayántidas hicieron por esta victoria a las Ninfas Esfragítides el sacrificio prescrito por la Pitia, costeándolo de los fondos públicos; Lacedemonios, noventa y uno, y Tegeatas, once. Es, pues, muy reparable que Heródoto diga haber sido éstos solos los que vinieron a las manos con los enemigos y ninguno otro de los demás Griegos: porque el número de muertos y los monumentos del tiempo atestiguan que la victoria fue de todos, y si solas tres ciudades hubieran combatido, sin tener parte las demás, no podría el ara llevar esta inscripción: Por obra de Ares, por merced de Nico los griegos a los persas rechazaron y al Olimpio erigieron altar común para la Grecia libre. Dióse esta batalla el 14 del mes Boedromión, según la cuenta de los Atenienses, y según la de los Beocios el 24 del mes Pánemo: día en que aun hoy se junta en Platea el concilio griego y en que los Plateenses sacrifican por esta victoria a Zeus Libertador; no siendo de extrañar que haya esta diferencia en la cuenta de los días, cuando aun ahora, después de tanto como se ha adelantado en la astronomía, no convienen los diferentes pueblos en los principios y fines de los meses.

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