Celebróse junta pública y común de todos los Griegos, y escribió Aristides un proyecto de decreto para que cada año concurrieran a Platea legados y prohombres de la Grecia, se celebraran juegos quinquenales en memoria de la libertad, y se hiciera entre los Griegos una contribución para la guerra contra los bárbaros, de diez mil hombres de infantería, mil de caballería y cien naves, quedando exentos los de Platea, consagrados al dios para hacer sacrificios por la salud de la Grecia. Sancionado este decreto, tomaron a su cargo los Plateenses el hacer exequias cada año por los Griegos que murieron y descansan allí, lo que hasta el día de hoy ejecutan de esta manera: el día 16 del mes Memacterión, que para los Beocios es Alalcomenio, forman una procesión, a la que desde el amanecer precede un trompeta, que toca un aire marcial, yendo en pos carros llenos de ramos de mirto y de coronas, y un toro blanco; llévanse después en ánforas libaciones de vino y leche, y jóvenes libres conducen cántaros de aceite y ungüento; porque a ningún esclavo se le permite poner mano en aquel ministerio, a causa de que los varones en cuyo honor se hace la ceremonia murieron por la libertad. Viene, por fin, el Arconte de los Plateenses, y con no serle lícito en ningún otro tiempo tocar el hierro ni usar de vestidura que no sea blanca, entonces se viste túnica de púrpura, y tomando del aparador una ánfora, va hacia los sepulcros, por medio de la ciudad, con espada desenvainada. Llegado al sitio, toma agua de la fuente, hace aspersión sobre las pirámides a columnas, y las ungen con ungüento; mata después el toro sobre la hoguera, e invocando a Zeus y a Hermes infernal, convida a los excelentes varones que murieron por la Grecia a gustar de aquel banquete y de aquella sangre; echando luego vino en una taza, y vaciándolo, pronuncia estas palabras: “Sea en honor de los varones que murieron por la libertad de los Griegos” ceremonias con que todavía cumplen el día de hoy los Plateenses.