De las acciones de guerra de Catón, éstas fueron las más celebradas, y en cuanto a las cosas de gobierno, la parte relativa a la acusación y corrección de los malos parece haber sido la que la mereció mayor atención; porque persiguió por sí a muchos, a otros les ayudó en este público ejercicio y a algunos les dio el trabajo hecho para él, como a Petilio contra Escipión; en cuanto a éste, que logró poner bajo sus pies los cargos por ser de una ilustre familia y de un ánimo verdaderamente grande, hubo de retirarse, viendo que no podía conducirle al suplicio; pero a Lucio, su hermano, poniéndose al lado de los que le acusaban, lo envolvió en la condenación de una gran multa para el erario; y como no tuviese con qué pagar, y por ello estuviera para ser puesto en prisión, con gran dificultad se desenredó por la intercesión de los tribunos. Dícese también que a un joven que había conseguido se notase de infamia al enemigo de su padre, viéndolo ir por la plaza después de la sentencia, le salió al encuentro Catón, y alargándole la mano le dijo que de aquel modo se debía hacer ofrenda a los manes de los padres, no con corderos o cabritos, sino con las lágrimas y las condenaciones de los enemigos. Mas tampoco él salió siempre de los negocios libre y exento, sino que al menor asidero que daba a sus enemigos era también puesto en juicio, y corría su riesgo; dícese que tuvo que defenderse en pocas menos de cincuenta causas, la última de ellas cuando ya tenía ochenta y seis años; en la cual dijo aquella célebre sentencia: “Que es cosa muy dura haber vivido con unos hombres y tener que defenderse ante otros”. Sin embargo, no fue aquella con la que puso término a esta especie de contiendas, pues, pasados otros cuatro años, acusó a Sergio Galba cuando ya era de noventa, faltando poco para que le sucediese lo que a Néstor, que con su vida y sus hechos alcanzó tres generaciones; pues que habiendo tenido, como hemos dicho, diferentes choques en asuntos de gobierno con Escipión el mayor, llegó hasta los tiempos de Escipión el joven, que era hijo de aquel por adopción, y natural de Paulo, el que subyugó a Perseo y los Macedonios.