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Su último acto Político se cree haber sido la destrucción de Cartago, dando fin a la obra Escipión el menor, pero habiéndose movido la guerra por dictamen y consejo de Catón con este motivo. Fue enviado Catón cerca de los Cartagineses y de Masinisa el Númida, que tenían guerra entre sí, a investigar las causas de su desavenencia; porque éste era desde el principio amigo del pueblo romano, y aquellos, después de la victoria que de ellos alcanzó Esci- pión, y de haber sido castigados con la pérdida del imperio del mar y con un grande tributo en dinero, se habían obligado a serlo con solemnes tratados. Como encontrase, pues, aquella ciudad no maltratada y empobrecida como se figuraban los Romanos, sino brillante en juventud, abastecida de grandes riquezas, llena de toda especie de armas y municiones de guerra, y que acerca de estas cosas no pensaba con abatimiento, parecióle que no era sazón aquella de que los Romanos se cuidaran de arreglar los negocios y la recíproca correspondencia de los Númidas y Masinisa, sino más bien de pensar en que si no tomaban una ciudad antigua enemiga, a la que tenían grandemente irritada, y que se había aumentado de un modo increíble, volverían pronto a verse en los mismos peligros. Regresando, pues, sin tardanza, hizo entender al Senado que las anteriores derrotas y descalabros de los Cartagineses no habrían disminuido tanto su poder como su inadvertencia; y era de temer que no los hubiesen hecho más débiles, sino antes más inteligentes en las cosas de la guerra, pudiéndose mirar los combates con los Númidas como preludios de los que meditaban contra los Romanos; y, por fin, que la paz y los tratados eran un nombre que encubría sus disposiciones de guerra, mientras esperaban la oportunidad.

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