Claro es que por lo mismo había de estar incomodado con él Metelo; pero lo que más le indispuso fue lo ocurrido con Turpilio. Era éste huésped de Metelo, ya de tiempo de su padre, y entonces tenía en aquella guerra la dirección de los trabajos. Habíasele encargado la guardia de Baga, ciudad populosa; y él, confiado en no causar ninguna vejación a los habitantes, sino más bien tratarlos benigna y humanamente, no atendía a precaverse de caer en manos de los enemigos. Mas éstos dieron entrada a Yugurta, aunque a Turpilio en nada le ofendieron, y antes se interesaron para que se le dejara ir salvo. Formósele, pues, causa de traición, y siendo Mario uno de los del consejo de guerra, no sólo se mostró por sí inexorable, sino que acaloró a la mayor parte, de tal manera, que Metelo se vio precisado muy contra su voluntad a tener que condenarle a muerte. Descubrióse a poco la falsedad de la acusación, y todos los demás daban muestras de pesar a Metelo, que estaba inconsolable; pero Mario se mantenía alegre y se jactaba de ser autor de lo ejecutado, sin avergonzarse de decir entre sus amigos que él era quien había hecho que a Metelo le persiguiese la vengadora sombra de su huésped. Con este motivo era todavía más manifiesta la enemistad, y aun se refiere que en cierta ocasión le dijo Metelo, como reconviniéndole: “¡Cómo! ¿y piensas tú, hombre singular, marchar ahora a Roma a pedir el Consulado? ¿Pues no te estaría muy bien el ser cónsul con este hijo mío?” Es de notar que tenía consigo Metelo un hijo todavía en la infancia. En tanto Mario instaba para que se le diera licencia; pero se le dilató con varios pretextos, y por fin se le concedió cuando no faltaban más que doce días para la designación de los cónsules. Mario anduvo el largo camino que había del campamento a Utica sobre el mar en dos días y una noche, y antes de embarcarse hizo un sacrificio. Dícese haberle anunciado el agorero que los Dioses le pronosticaban hechos y sucesos muy superiores a toda esperanza, con lo que partió sumamente engreído. Hizo en cuatro días la travesía con viento en popa, y apareciéndose de súbito ante el pueblo, que le recibió con deseo, presentado por uno de los tribunos en la junta, hizo diferentes recriminaciones a Metelo y se mostró pretendiente del Consulado, con promesa de que muerto o vivo había de tener en su poder a Yugurta.