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Por lo que hace a sus infortunios, no debiéndose achacar todo a los Genios, sino buscar también las diferencias que inducen las costumbres y los afectos, nadie absolverá de una cólera inconsiderada y de una precipitación que participa de la irreflexión de la ira, al uno por lo hecho con el hermano, y al otro por lo hecho con el hijo; pero el origen que movió la ira hace que se disculpe más al que fue de mayor causa, como de más insufrible golpe arrebatado. Pues respecto de Rómulo, porque deliberando sobre las cosas públicas se suscitase alguna diferencia, nadie tendría esto por suficiente motivo para tal acaloramiento; mas a Teseo le sacaron de tino contra el hijo cosas de que muy pocos se libran: el amor, los celos y las calumnias de su mujer; y lo que es más decisivo todavía, en Rómulo la cólera se propasó a obras, y a una acción que tuvo fin infausto; y la ira de Teseo llegó sí a expresiones, a blasfemias y a imprecaciones propias de un anciano; pero en lo demás parece que aquel joven sucumbió a su suerte; por tanto, cualquiera votaría a favor de Teseo.

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