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Lo grande que en aquel resplandece ante todo es haber tenido principios muy pequeños para cosas tan grandes, porque unos hombres que se decían sirvientes e hijos de porquerizos, antes de tener ellos mismos libertad hicieron libres a casi todos los Latinos, y granjearon para sí, en momentos y de un solo golpe, los gloriosísimos nombres de destructores de los enemigos, salvadores de los propios, reyes de pueblos y fundadores de ciudades, no trasplantadores, que es lo que fue Teseo, juntando y formando de varias una población, y haciendo desaparecer muchas ciudades que llevaban los nombres de reyes y héroes de la antigüedad; aunque esto luego a lo último lo ejecutó también Rómulo, precisando a los enemigos a que perdiendo y borrando sus propios hogares se confundieran con los vencedores; pero al principio no con trasplantar o acrecentar lo que ya existía, sino fundando donde nada había, y adquiriendo para sí de una vez tierra, patria, reino, casamientos y deudos; a nadie perdió o destruyó, sino que hizo un gran beneficio a los que, no teniendo antes casa ni hogar, aspiraban a formar un pueblo y ser ciudadanos. No dio muerte a ladrones y forajidos; pero subyugó naciones con sus armas, allanó ciudades y llevó cautivos en triunfo reyes y generales.

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