Mas Calicrátidas, que pensaba de un modo digno de Esparta, y que competía en justicia, en magnanimidad y valor con los más elevados varones de la Grecia, vencido al cabo de poco tiempo en el combate naval de Arginusa, perdió en él la vida, con lo que los negocios tomaron mal aspecto; los aliados enviaron embajadores a Esparta, pidiendo por comandante de la armada a Lisandro, a causa de que, mandando él, concurrirían con mejor voluntad a lo que fuese menester, y también Ciro les escribió con el propio objeto. Mas como hubiese una ley que no permitía que uno mismo mandase dos veces la armada, deseando los Lacedemonios dar guste, a los aliados, crearon general, en apariencia, a un tal Araco; pero mandando a Lisandro de enviado en el nombre, en la realidad le hicieron el árbitro de todo; lo que se ejecutó así, muy según el deseo de los que gobernaban y tenían el principal influjo en las ciudades, porque esperaban que todavía habían de adelantar por él en poder después de disuelto el gobierno popular. Pero para los que gustaban¿ más de un modo de gobernar sencillo y generoso, comparado Lisandro con Calicrátidas, parecía astuto y solapado, usando en la guerra de diversas clases de engaños y celebrando lo justo cuando iba unido con lo provechoso; mas si no, empleando lo útil como si fuera honesto; porque no creía que la verdad fuese por naturaleza preferible a la mentira, sino que por el provecho discernía el aprecio que había de darse a una u otra; y a los que le decían no ser digno de los descendientes de Heracles el hacer con engaños la guerra, los mandaba a pasear, diciendo que donde no alcanzaba la piel de león se había de coser un poco de la de zorra.