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Enviósele, de resultas, de embajador al Helesponto; y aunque partió indignado contra Agesilao, no por eso descuidó el cumplir con su deber. Al persa Espitridates, que estaba mal con Farnabazo, y que sobre ser varón de generosa índole tenía un ejército a sus órdenes, le persuadió a la defección y le hizo pasarse a Agesilao, el cual para nada se valió ya de él en aquella guerra; y como el tiempo se pasase en esta inacción, regresó a Esparta humillado y lleno de en- cono contra Agesilao. Estaba, por otra parte, más disgustado todavía que antes con todo aquel orden de gobierno, por lo cual, resolvió el poner por obra, sin más dilación, lo que largo tiempo antes traía en el ánimo y tenía meditado para una mudanza y un trastorno, que era en el modo siguiente: el linaje de los Heraclidas, que, unidos con los Dorios, se habían trasladado al Peloponeso, era muy ilustre y florecía sobremanera en Esparta; pero no todo él era admitido a participar de la sucesión al trono, sino solamente los de dos casas, los Euripóntidas y losAgíadas, y los demás ninguna ventaja disfrutaban por su origen en el gobierno, sino que los honores que se alcanzan por virtud eran indistintamente para todos los que los mereciesen. Lisandro, pues, que era uno de aquellos, después que por sus hazañas se elevó a una gloria ilustre y se adquirió muchos amigos y gran poder, veía con displicencia que la república le debiese susaumentos y que reinasen sobre ella otros que en nada eran mejores que él, y había pensado trasladar el mando de solas estas dos casas, dándolo en común a todos los Heraclidas y según algunos, no a éstos, sino a todos los Espartanos, para que no fuera el premio de los Heraclidas, sino de los que se asemejasen a Heracles en la virtud, que fue la que a éste le granjeó los honores divinos, con la esperanza de que, adjudicándose de este modo la corona, ningún Espartano le sería preferido en la elección.

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