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En las cenas cotidianas de Luculo se hacía grande aparato de su adquirida riqueza, no sólo en paños de púrpura, en vajilla, pedrería, en coros y representaciones, sino en la muchedumbre de manjares y en la diferencia de guisos, con lo que excitaba la admiración de las gentes de menos valer. Por tanto, fue celebrado aquel dicho de Pompeyo hallándose enfermo. Prescribióle el médico que comiera un tordo, y diciéndole los de su familia que, siendo entonces el tiempo del estío, no podría encontrarse sino engordado en casa de Luculo, no permitió que fuera allá a buscarlo, sino que dijo al médico: “¿Conque si Luculo no fuera un glotón no podría vivir Pompeyo?” Y le pidió le mandase cosa más fácil de encontrar. Catón era su amigo y su deudo; con todo, estaba tan mal con esta conducta suya y con su lujo, que, habiendo hablado en el Senado un joven larga e inoportunamente sobre la moderación y la templanza, se levantó Catón, e interrumpiéndole le dijo: “¿No te cansarás de enriquecerte como Craso, de vivir como Luculo y de hablar como Catón?” Algunos convienen en que esto se dijo, mas no refieren que Catón lo hubiese dicho.

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