2

En las acciones de guerra es indudable que uno y otro se acreditaron por mar y por tierra de excelentes caudillos; mas así como entre los atletas, los que en un solo día y en una sola contienda alcanzan todas las coronas, por una loable costumbre llevan el nombre de vencedores inesperados, de la misma manera Cimón, habiendo coronado a la Grecia en un solo día por un combate de tierra y otro de mar, es justo que tenga cierto lugar preferente entre los generales. A Luculo fue la patria quien le dio el mando; Cimón, a la patria; aquel, teniendo ésta el mando para con los aliados, dominó a los enemigos, y Cimón, habiéndose encargado del mando cuando su patria seguía el imperio ajeno, hizo que a un tiempo se sobrepusiera a los aliados y a los enemigos, obligando a los Persas, con haberlos vencido, a separarse del mar, y persuadiendo a los Lacedemonios que voluntariamente se desistieran del imperio de él. Y si la obra mayor de un general es ganarse las voluntades con la benevolencia, Luculo fue despreciado de sus propias tropas, y Cimón venerado y aplaudido de los aliados; aquel se vio abandonado de los suyos, y a éste se le unieron los extraños; el uno salió mandando, y volvió solo y desamparado, y el otro regresó dando órdenes a aquellos mismos con quienes al ser enviado obedecía lo que se le mandaba; habiendo alcanzado a un mismo tiempo para su ciudad las tres cosas más difíciles con los enemigos, la paz, sobre los aliados, el imperio, y de los Lacedemonios, el reconocimiento voluntario de superioridad. Tomando por su cuenta uno y otro acabar con Estados de gran poder y trastornar toda el Asia, no pudieron venir al cabo de sus empresas; pero el uno sólo tuvo contra sí la fortuna, habiendo muerto en el ejército cuando todo le sucedía prósperamente, y al otro nadie podría eximirle enteramente de culpa, bien ignorase las disensiones y quejas del ejército, o bien no acertase a cortarlas antes de que llegasen a una abierta rebelión, ¿o quizá alcanzó también algo de esto a Cimón?: porque los ciudadanos le suscitaron causas, y por fin le desterraron por medio del ostracismo, para no oír en diez años su voz, según expresión de Platón; y es que los de carácter aristocrático conforman poco con la muchedumbre, y no saben el modo de agradarle, sino que, más bien, usando de rigor para corregir, son molestos a los perturbadores, al modo que las ligaduras de los cirujanos, sin embargo de que con ellas ponen en su natural estado las articulaciones; así, acaso será necesario disculpar en este punto a entrambos.

Share on Twitter Share on Facebook