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Era también una de las lecciones de los jóvenes enseñarlos a usar un lenguaje que tuviera cierta acrimonia mezclada con gracia, y que se hiciera muy notable por su concisión: porque con la moneda de hierro hizo Licurgo que en mucho peso tuviera poco valor, como hemos dicho; pero en cuanto a la moneda del lenguaje, por el contrario, quiso que en una dicción concisa y breve se encerrase mucho sentido; formando con el mismo silencio a los jóvenes sentenciosos y muy diestros en dar respuestas; porque así como en los dados a los placeres el exceso hace que por lo común queden débiles y enervados para la procreación, de la misma manera el inmoderado hablar hace la dicción necia y vacía de sentido. Dícese, pues, del rey Agis que burlándose un Ateniense de las espadas de los Lacedemonios por ser cortas, y diciendo que los jugadores de manos se las beberían con gran facilidad en sus tablados; “pues nosotros:- le respondió- alcanzamos muy bien con ellas a los enemigos”, a este mismo modo hallo yo que el lenguaje lacónico, que parece demasiado conciso, abraza bien los asuntos, y se clava en la mente de los oyentes: porque el mismo Licurgo parece que era también hombre de pocas palabras y muy sentencioso, si hemos de juzgar por las memorias que nos quedan: como, por ejemplo, en cuanto a gobierno, cuando a uno que deseaba se estableciese la democracia le respondió: “Establece tú primero democracia en tu casa.” Y en cuanto a sacrificios, que respondió al que le preguntaba por qué los había ordenado tan ligeros y de poco precio, “para que no nos quedemos algún día sin poder ser piadosos”; y en cuanto a los combates, que dijo no había prohibido a sus ciudadanos otras contiendas que aquellas en que no se extiende la mano. Corren también respuestas suyas de esta especie por cartas, como a los ciudadanos: ¿de qué manera nos libraremos de incursiones de los enemigos?- “si sois pobres y no podéis más uno que otro”; y acerca de las murallas, que “no está sin muros la ciudad que se ve coronada de hombres, y no de ladrillos”. Mas en cuanto a la autenticidad de estas cartas, tan difícil es dar como negar el asenso.

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