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En su trato con los demás ciudadanos había menos que culpar en él considerado como enemigo que como amigo: porque injustamente no ofendía a los enemigos, y a los amigos los favorecía aun en cosas injustas. Si los enemigos se distinguían con alguna singular hazaña, se avergonzaba de no tributarles el honor debido, y a los amigos no solamente no los reprendía cuando en algo faltaban, sino que se complacía en ayudarlos y en faltar con ellos, creyendo que no podía haber nada vituperable en los obsequios de la amistad. Siendo el primero a compadecerse de los de otro partido si algo les sucedía, y favoreciéndolos con empeño si acudían a él, se ganaba la opinión y voluntad de todos. Viendo, pues, los Éforos esta conducta suya, y temiendo su poder, le multaron, dando por causa que a los ciudadanos que debían ser del común los hacía suyos. Porque así como los físicos piensan que si de la universalidad de los seres se quitara la contrariedad y contienda se pararían los cuerpos celestes y cesarían la generación y movimiento de todas las cosas por la misma armonía que habría entre todas ellas, de la misma manera le pareció conveniente al legislador lacedemonio mantener en su gobierno un fomento de emulación y rencilla como incentivo de la virtud, queriendo que los buenos estuviesen siempre en choque y disputa entre sí, y teniendo por cierto que la unión y amistad que parece fortuita y sin elección, y es ociosa y no disputada, no merece llamarse concordia. Y esto mismo piensan algunos haberlo también conocido Homero, porque no presentaría a Agamenón alegre y contento por los acalorados dicterios con que se zahieren e insultan Odiseo y Aquileo a no haber creído que para el bien común era muy conveniente aquella emulación de ambos y aquella disensión entre los más aventajados. Bien que no faltará quien no apruebe así generalmente este modo de pensar, porque el exceso en tales contiendas es perjudicial a las ciudades y acarrea grandes peligros.

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