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Al oír ésta la proposición, se asustó al pronto, pareciéndole que las cosas que Agis meditaba no eran ni convenientes ni posibles; pero tranquilizándola por una parte Agesilao con decirle que el proyecto era laudable y saldría bien, y rogándole por otra el rey que no antepusiese los intereses a su honor y a su gloria, pues que en riqueza no podía igualarse con los otros reyes, cuando los criados de los sátrapas y los esclavos de los procuradores de Tolomeo y Seleuco poseían más hacienda que todos los reyes de Esparta juntos; mas, si oponiendo al lujo de éstos la moderación, la sencillez y la magnanimidad, restableciese entre sus conciudadanos la igualdad y comunión de bienes, adquiriría nombre y gloria de un rey verdaderamente grande; de tal manera cambiaron aquellas mujeres de opinión, inflamadas por la ambición de este joven, y tan arrebatadas se sintieron como por una inspiración hacia la virtud, que ellas mismas incitaban ya y estimulaban a Agis, y enviaban quien exhortara a los amigos, y quien hablara a las demás mujeres, mayormente sabiendo que los Lacedemonios son mandados por éstas más que otros algunos, y que más que sus negocios privados comunican con ellas los negocios públicos. Pertenecía entonces a las mujeres la mayor parte de las riquezas, y esto era lo que más dificultades y estorbos oponía a los intentos de Agis; pues tenía por contrarias a las mujeres, a causa de que iban a decaer de su hijo, en el que por falta de virtudes tenían puesta su felicidad, y de que veían, además, desvanecérseles el honor y consideración de que disfrutaban por ser ricas. Dirigiéndose, por tanto, a Leónidas, le estimulaban a que, pues era el más antiguo, contuviera a Agis y estorbara lo que se intentaba; lo que es Leónidas quería ponerse de parte de los ricos, pero temiendo al pueblo inclinado a la mudanza, no se atrevía a oponerse abiertamente, y sólo a escondidas ponía por obra todos los medios de desacreditar y desbaratar lo comenzado, hablando a los magistrados y sembrando sospechas contra Agis, como que por premio de tiranía alargaba a los pobres los bienes de los ricos, y con el reparto de tierras y la abolición de las deudas quería comprar satélites y guardias para sí, no ciudadanos para Esparta.

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