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Cuando ya todo estuvo a punto, mandó que las demás fuerzas pasaran la noche sobre las armas, y tomando consigo cuatrocientos hombres escogidos, que, a excepción de muy pocos, ignoraban también qué era lo que iba a hacerse, los condujo a las puertas de la ciudad, por la parte del templo de Hera. Estábase en medio de la estación del estío y en el plenilunio, y la noche era despejada y clara; de manera que de miedo reservaba lo posible las armas que resplandecían al reflejo de la luna, no fuera que no pudiesen ocultarse a la guardia. Cuando ya los primeros estaban cerca, se levantó del mar una nubecilla que, corriéndose, ocupó la ciudad y los contornos, haciendo que quedaran en sombra. Allí los demás se sentaron y quitaron los zapatos, porque los pies desnudos ni hacen mucho ruido ni se resbalan subiendo por las escalas, y Ergino llevó consigo siete jóvenes vestidos como de camino, y acercándose sin ser visto a la puerta, dio muerte al portero y a los de la guardia. Al mismo tiempo se pusieron las escalas, y dando prisa Arato a cien hombres para que subiesen y orden a los demás para que los siguiesen como pudieran, retiró luego las escalas, y por la ciudad se fue corriendo con aquellos mismos ciento hacia el alcázar, muy alegre con no haber sido sentido y dándose ya el parabién de la victoria. Estando todavía lejos, vino hacia ellos con luz una ronda de cuatro hombres, de la que no fueron vistos, porque todavía estaban dentro de la sombra de la luna, mientras ellos la veían acercarse por su frente. Ocultándose, pues, entre algunas paredes y en las esquinas de las calles, se ponen en asechanza contra aquellos hombres, logrando dar muerte a tres de ellos: pero el cuarto, herido de una cuchillada en la cabeza, huyó gritando que estaban dentro los enemigos. De allí a poco hicieron ya señal las trompetas, y toda la ciudad se puso en pie para ver lo que era. Llenáronse los cantones de gente que corría, y se veían brillar muchas luces, una abajo y otras también a la parte de arriba del alcázar, discurriendo por todo alrededor una confusa gritería.

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