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Habiendo Tisafernes engañado a Clearco y a los demás caudillos, y puéstolos en prisión con quebrantamiento de las capitulaciones confirmadas con juramento, dice Ctesias que Clearco le pidió le proporcionase un peine, y que, provisto de él, se compuso y ordenó el cabello, quedando muy agradecido a aquel favor, por el que le dio un anillo, prenda de amistad, para sus parientes y deudos en Lacedemonia, siendo lo que tenía grabado una danza de cariátides. Añade que los víveres enviados a Clearco los sustraían y consumían los soldados presos con él, dando a Clearco una parte muy pequeña, como si a ellos la debiera; y que él puso en esto remedio, negociando que se enviaran más provisiones a Clearco y que se les dieran separadamente a los soldados; y todo esto lo dispuso y ejecutó por favor y con beneplácito de Parisatis. Como entre estas provisiones se enviase todos los días a Clearco un jamón, le mostró de qué modo podría poner entre la carne un puñal y enviárselo escondido, rogándole lo ejecutase y que no diera lugar a que su fin pendiera de la crueldad del rey. Mas él no se prestó a semejante propuesta, y habiendo la madre intercedido con el rey para que no se diese muerte a Clearco, el rey se lo otorgó bajo juramento; pero vuelto por Estatira, hizo quitar la vida a todos, fuera de Menón. De resulta de esto dice que Parisatis atentó a la vida de Estatira, preparándole un veneno, cosa poco probable en cuanto a la causa, pues no parece que Parisatis había de emprender acción tan atroz y exponerse por Clearco a los mayores peligros, arrojándose a dar muerte a la mujer legítima del rey, madre de los hijos que en común habían educado para el reino. Pero es bien claro que todo esto está exagerado en obsequio de la memoria de Clearco; porque dice también que, muertos los caudillos, todos los demás fueron comidos de perros o de aves; pero que en cuanto al cadáver de Clearco, levantándose un recio huracán, que acumuló un montón de tierra, la trajo sobre él y le cubrió, y que, habiéndose plantado allí unas palmas, en breve se formó un maravilloso palmar, que hizo sombra a aquel sitio, tanto, que el rey mismo se mostró muy pesaroso de haber dado muerte a un hombre tan amado de los dioses como Clearco.

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