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El que primero profirió la máxima de que el dinero era el nervio de todos los negocios, parece que para decirlo miró principalmente a los de la guerra: Demades, mandando en una ocasión a los Atenienses que se equiparan y tripularan las galeras estando faltos de dinero: “Antes esles dijo- el pan que el piloto” Dícese asimismo de Arquidamo el Mayor que, al principio de la guerra del Peloponeso, dándosele orden de que fijara las contribuciones de los aliados, dijo que la guerra no se mantiene de lo tasado. Porque así como los atletas muy ejercitados cansan y rinden con el tiempo a los bien dispuestos y a los que sólo tienen destreza, de la misma manera Antígono, sosteniendo la guerra con un inmenso poder, fatigaba y cansaba a Cleómenes, que apenas podía pagar la soldada a los extranjeros y dar el alimento a sus ciudadanos; pues por lo demás, el tiempo estaba en favor de Cleómenes, por los graves negocios que llamaban a Antígono a su propio país. Porque, en su ausencia, los bárbaros habían invadido y talado la Macedonia, y entonces descendía a ella un ejército numeroso de los Ilirios, hostigados del cual instaban por su vuelta los Macedonios; y a poco, con que hubieran llegado antes de la batalla aquellas cartas, se habría marchado al punto, despidiéndose y no haciendo cuenta de los Aqueos: pero la que decide, nada más que con un poquito de mayores negocios, que es la fortuna, mostró entonces con la mayor evidencia la fuerza y el poder de la ocasión: pues que, acabada de dar la batalla de Selasia y de perder Cleómenes el ejército y la ciudad, en aquel mismo punto llegaron los mensajeros que llamaban a Antígono; accidente que contribuyó a hacer más digna de compasión la desgracia de Cleómenes. Porque si se hubiera detenido dos días no más, empleando los medios de prolongar la guerra, ninguna necesidad hubiera tenido de dar batalla, sino que, retirados los Macedonios, habría hecho la paz con los Aqueos del modo que le hubiera parecido, mientras que ahora, por la falta de fondos, según decimos, lo expuso todo a la suerte de las armas, precisado a entrar en acción con veinte mil hombres contra treinta mil, según dice Polibio.

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