5

Fue de allí a poco en auxilio de los Eleos, a quienes los Aqueos hacían la guerra; y alcanzando a éstos cerca del monte Liceo, cuando ya se retiraban, desordenó y desbarató todo su ejército dando muerte a muchos y tomando gran número de cautivos: habiendo corrido por la Grecia la voz de haber muerto Arato en la batalla; pero éste, sacando el mejor partido posible de aquella situación, en seguida de la derrota marchó a Mantinea, cuando nadie lo esperaba, tomó la ciudad, y se aseguró en ella. Decayeron con esto enteramente de ánimo los Lacedemonios, y tenían a raya a Cleómenes en punto a guerra, por lo cual dispuso llamar de Mesena al hermano de Agis, Arquidamo, a quien tocaba reinar por la otra casa, esperando que se debilitaría el poder de los Éforos, si la autoridad real se ponía con él en equilibrio estando completa, pero habiéndolo entendido los que antes habían dado muerte a Agis, temerosos de llevar su merecido si Arquidamo volvía, le recibieron en la ciudad, en la que había entrado de oculto, y aún le acompañaron; pero inmediatamente le quitaron la vida: o contra la voluntad de Cleómenes, según siente Filarco, o cediendo a los amigos, y abandonando a su odio al mismo que había hecho venir, porque a ellos fue siempre a quienes aquella atrocidad se atribuyó, pareciendo que habían hecho violencia a Cleómenes.

Share on Twitter Share on Facebook