IX

Adelantando de este modo Ninfidio en sus esperanzas, no rehusó que se le llamara hijo de Gayo César, el que imperó después de Tiberio; porque Gavo, según parece, siendo todavía joven, tuvo trato con la que le dio a luz, que era bien parecida e hija de una costurera por jornal y de un liberto del César llamado Calisto; pero el trato de ésta con Gayo, a mi entender, fue posterior al nacimiento de Ninfidio. Lo que se creía era ser su padre el gladiador Marciano, de quien por su fama se había enamorado Ninfidia, y a éste era al que más se parecía en la figura. Ello es que, reconociendo por madre a Ninfidio, y atribuyéndose a sí mismo únicamente la ruina de Nerón, no creía haber cogido un premio suficiente en los honores, en las riquezas, y en dormir con Esporo el de Nerón, al que tomó desde la misma hoguera cuando todavía ardía el cadáver, teniéndolo en lugar de esposa, y llamándole Popeo, y por tanto aspiraba a ingerirse en la sucesión del Imperio. Para esto daba reservadamente pasos en Roma por medio de sus amigos, de ciertas mujeres y de algunos senadores, habiendo enviado a España a Geliano, uno de los primeros para examinar lo que allí pasaba.

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