Lo que inspiró al pueblo mayor confianza en el amor y justificación de Druso fue no haber propuesto nunca nada en su favor ni relativo a su persona: porque para las fundaciones de las colonias envió a otros, y nunca se acercó al manejo de los caudales, siendo así que Gayo se había encargado de la mayor parte y de los más importantes entre estos negocios. Así, cuando proponiendo Rubrio, uno de sus colegas, que se estableciera colonia en Cartago, arrasada por Escipión, le tocó la suerte a Gayo, marchó éste al África para el establecimiento; y dando esto mayor proporción a Druso para adelantársele en su ausencia, se atrajo y ganó efectivamente al público, con especial por las sospechas que contra sí excitó Fulvio. Este Fulvio, amigo de Gayo y su colega para el repartimiento de tierras, era hombre turbulento, aborrecido notoriamente del Senado y sospechoso de todos los demás de que alborotaba a los confederados y de que en secreto solicitaba a la rebelión a los habitantes de Italia. A estas voces, que se esparcían sin prueba ni discernimiento, les conciliaba crédito el mismo Fulvio, por verse que sus designios no eran sanos ni pacíficos; y esto fue lo que principalmente perjudicó a Gayo, a quien alcanzó parte del odio contra aquel. Además, cuando se halló muerto a Escipión Africano, sin causa ninguna manifiesta, y pareció que en el cadáver se advertían señales de golpes y de violencia, como en la Vida de éste lo hemos escrito, si bien la mayor sospecha recayó sobre Fulvio, por ser su enemigo, y porque en aquel mismo día había insultado a Escipión en la tribuna, no dejó de haber contra Gayo algún recelo; y un crimen tan atroz, ejecutado en el varón más grande y eminente de los romanos, ni se puso en claro, ni sobre él se siguió causa, porque la muchedumbre se opuso y disolvió el juicio, temiendo por Gayo, no fuera que si se hacían pesquisas se le hallara implicado en la muerte. Mas esto había sucedido tiempo antes.