Estando Gayo entendiendo en el establecimiento de la colonia de Cartago, a la que dio el nombre de Junonia, se dice habérsele opuesto muchos estorbos de parte de los dioses. Porque arrebató el viento la primera enseña y por más que el alférez resistió con toda su fuerza, se hizo pedazos. Una ráfaga de viento esparció las víctimas que estaban puestas en el altar, y las arrojó sobre los términos de la delineación o demarcación que tenía hecha. Estos mismos términos o hitos, vinieron unos lobos, los desordenaron y se los llevaron lejos. A pesar de todo esto, disponiendo y arreglando las cosas en sólos setenta días, volvió a Roma, por saber que Druso traía apurado a Fulvio, y que sus negocios pedían se hallase presente. Porque Lucio Opimio, varón inclinado al gobierno de pocos, y de grande influjo en el Senado, aunque al principio sufrió repulsa pidiendo el consulado cuando Gayo protegió a Fanio y contribuyó al desaire de aquel; contando entonces con el favor de muchos, se tenía por cierto que saldría cónsul, y que siéndolo, tiraría a arruinar a Gayo, estando ya en cierta manera marchito su poder, y satisfecho el pueblo de disposiciones como las suyas, por ser muchos los que se habían dedicado a afectar popularidad y haberse mostrado condescendiente el Senado.