Cuando ya se anunció que Cecina y Valente, generales de Vitelio, ocupaban los Alpes, en Roma Dolabela, uno de los patricios dio sospechas a los pretorianos de que pensaba en novedades. Contentóse, pues, fuese por temerle a él o a otro, con enviarle la ciudad de Aquino, Inspirándole por lo demás confianza. Eligiendo entre los magistrados los que habían de ir con él a campaña, nombró por uno de ellos a Lucio, hermano de Vitelio, sin quitar ni añadir nada a los honores con que se hallaba condecorado. Tomó especial cuidado de la madre y la mujer de Vitelio, haciéndoles entender que nada tenían que recelar. Nombró prefecto de la ciudad a Flavio Sabino, hermano de Vespasiano, ya lo hiciese en honor de Nerón, porque de éste habla recibido Sabino este cargo, que después le quitó Galba, o ya quisiese dar pruebas a Vespasiano de su afecto y confianza, adelantando a Sabino; él, por su parte, se quedó en Brixelo, ciudad de la Italia sobre el Po. De generales de los ejércitos envió a Mario Celso y Suetonio Paulino, y, además de éstos, a Galo y Espurina, varones muy principales, pero que no podían en los negocios obrar según su propio dictamen, como lo había creído, por la insubordinación e insolencia de los soldados, que se desdeñaban de obedecer a otros, estando engreídos con que a ellos les debla el emperador su autoridad. No era tampoco del todo sano el estado de los soldados enemigos, ni éstos más dóciles y obedientes a sus caudillos, sino atrevidos y soberbios por la misma causa; pero siquiera tenían experiencia de la guerra, y no huían del trabajo, por estar acostumbrados a él, mientras que éstos, por el ocio y por su vida pacífica, eran muelles, habiendo por lo más pasado el tiempo en teatros y fiestas, y llenos de orgullo y altanería afectaban desdeñar el servicio, porque no les está bien, y no porque no pudieran sufrirle. Espurina, que quiso obligarlos a él, estuvo muy expuesto a que le quitaran de en medio; por descontado, no hubo insulto e insolencia a que no se propasasen, llamándole traidor y destructor de los intereses y negocios del César, y algunos, poseídos del vino, se presentaron de noche en su tienda, pidiéndole la paga de marcha, porque tenían que ir donde estaba el César para acusarle.