XI

En vista de estos sucesos, como los soldados de Otón que se hallaban en Bedríaco ardiesen en ira por correr a la batalla, los sacó de allí Próculo y los acampó a cincuenta estadios, tan necia y ridículamente que, siendo la estación de la primavera y habiendo alrededor muchos lugares con abundantes fuentes y ríos perennes, eran fatigados de la falta de agua. Queriendo al día siguiente llevarlos a los enemigos, camino nada menos que de cien estadios, no se lo permitió Paulino, por parecerle que era preciso dar tiempo y no entrar en acción fatigados, ni enseguida del viaje venir a las manos con unos hombres armados y puestos en formación a su vagar, mientras ellos hacían tan larga marcha mezclados con el bagaje y la impedimenta. Mientras los generales estaban en esta disputa, llegó, de parte de Otón, un soldado de caballería de los llamados númidas, portador de tina carta en que mandaba que no se anduviese en largas, ni se esperase más, sino que, marcharan al punto sobre los enemigos. Levantando, pues, el campo, fueron a cumplir con lo que se les prevenía; Cecina, al saber su venida, se sobrecogió, y, abandonando a toda prisa las obras y el río, se encaminó al campamento. Armados ya en la mayor parte, y recibida la seña de Valente, mientras se sorteaba el orden de las legiones, adelantaron lo más escogido de su caballería.

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