Estos eran los principales capítulos de la defensa de Tiberio; mas como sus amigos fuesen sabedores de las amenazas y de la conjuración que estaba tramada, tenían por preciso que se pusiera a cubierto para en adelante con pedir otra vez el tribunado; él trató de cautivar más a la muchedumbre con otras leyes, quitando tiempo a los empeños de la milicia, concediendo apelación de los jueces al pueblo, uniendo con los que entonces asistían a los juicios, que eran del orden senatorio, un número igual del orden ecuestre, y coartando de todas maneras la autoridad del Senado, más por encono y enemiga que con miras de justicia y conveniencia. Al darse los votos advirtieron que vencían los contrarios, porque no había concurrido todo el pueblo; y volviéndose primero contra los colegas con injurias y denuestos, gastaron así el tiempo, y después disolvieron la junta, mandando que acudieran al día siguiente. Por lo que hace a Tiberio, bajó a la plaza, y mostrándose abatido, pedía con lágrimas amparo a los ciudadanos; después, diciendo temía que en aquella noche arrasaran los enemigos su casa y le matasen, de tal modo los inflamó, que muchos formaron como un campo alrededor de su casa y pasaron allí la noche haciéndole la guardia.