XI

Al mismo tiempo que los reyes escribían así a Pirro, trataban por sí de molestar a Demetrio, ocupado todavía en sus preparativos: para ello, Tolomeo, embarcándose con grandes fuerzas, hizo que se le rebelaran las ciudades griegas, y Lisímaco, entrando por la Tracia, talaba la Macedonia superior. Con esto, puesto también Pirro en movimiento, marchó contra Berea con esperanza, como sucedió, de que Demetrio, yendo a oponerse a Lisímaco, dejaría desamparada la región inferior. Parecióle aquella noche que había sido llamado entre sueños por Alejandro el Grande, y que, habiendo acudido, le había visto enfermo en cama; pero le había hablado con amor y aprecio, prometiendo auxiliarle eficazmente y que habiéndose atrevido a preguntarle: “¿Y cómo ¡oh rey! podrás auxiliarme estando enfermo?”, le había contestado: “con mi nombre”, y cabalgando sobre el caballo Niseo había marchado delante de él. Alentóse mucho con esta visión, y sin perder momento ni detenerse en el camino tomó a Berea, y acuartelando allí la mayor parte del ejército sujetó lo restante de la región por medio de sus generales. Demetrio, luego que tuvo de ello noticia y observó que en el campamento de los Macedonios se movía una sedición de mal carácter, temió ir más adelante, no fuese que éstos, teniendo cerca a un rey, que era macedonio y gozaba de reputación, se pasasen a él; por lo cual, mudando de dirección, marchó contra Pirro, que era forastero, y a quien aborrecían los Macedonios. Mas después que se acampó allí cerca, pasando a los reales muchos de Berea, celebraban a Pirro como varón invencible y muy aventajado en las armas, y como muy benigno y humano para con los cautivos. Había también algunos, enviados insidiosamente por Pirro, que, fingiéndose Macedonios, esparcían voces de que aquel era el tiempo de abandonar a Demetrio, hombre intratable, y pasarse a Pirro, que era popular y muy amante del soldado. Alborotóse con esto la mayor parte del ejército y hacían diligencias por ver a Pirro. Justamente cuando esto sucedió tenía quitado el casco; pero dando en lo que aquello era, se lo puso y fue conocido en el penacho sobresaliente y en la cimera, que eran unas astas de macho cabrío, con lo que hubo Macedonios que corrieron a él pidiéndole la contraseña, y algunos se coronaron con ramas de encina porque así habían visto coronados a los que se hallaban con Pirro; y aun hubo quienes se atrevieron a proponer al mismo Demetrio que lo mejor que podría hacer sería ceder y abandonar el puesto. Advirtiendo que con esta proposición conformaba el movimiento del ejército, entró en temor y se marchó ocultamente, disfrazándose con un vil sombrero y una mala capa. Entonces Pirro, dirigiéndose al campamento, lo tomó sin oposición, y fue aclamado rey de los Macedonios.

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