Un Gallo muy maduro
De edad provecta, duros espolones,
Pacífico y seguro,
Sobre un árbol oía las razones
De un Zorro muy cortés y muy atento,
Más elocuente cuanto más hambriento.
—Hermano, le decía,
Ya cesó entre nosotros una guerra,
Que cruel repartía
Sangre y plumas al viento y á la tierra:
Baja, daré para perpetuo sello
Mis amorosos brazos á tu cuello.
—Amigo de mi alma,
Responde el Gallo, ¡qué placer inmenso
En deliciosa calma
Deja esta vez mi espíritu suspenso!
Allá bajo, allá voy tierno y ansioso
Á gozar en tu seno mi reposo;
Pero aguarda un instante
Porque vienen ligeros como el viento,
Y ya están adelante
Dos correos que llegan al momento,
De esta noticia portadores fieles,
Y son, según la traza, dos lebreles.
—Á Dios, á Dios, amigo,
Dijo el Zorro, que estoy muy ocupado;
Luego hablaré contigo
Para finalizar este tratado.
El Gallo se quedó lleno de gloria,
Cantando en esta letra su victoria:
Siempre trabaja en su daño
El astuto engañador:
Á un engaño hay otro engaño,
Á un pícaro otro mayor.