Fábula XIV. El Gallo y el Zorro.

Un Gallo muy maduro

De edad provecta, duros espolones,

Pacífico y seguro,

Sobre un árbol oía las razones

De un Zorro muy cortés y muy atento,

Más elocuente cuanto más hambriento.

—Hermano, le decía,

Ya cesó entre nosotros una guerra,

Que cruel repartía

Sangre y plumas al viento y á la tierra:

Baja, daré para perpetuo sello

Mis amorosos brazos á tu cuello.

—Amigo de mi alma,

Responde el Gallo, ¡qué placer inmenso

En deliciosa calma

Deja esta vez mi espíritu suspenso!

Allá bajo, allá voy tierno y ansioso

Á gozar en tu seno mi reposo;

Pero aguarda un instante

Porque vienen ligeros como el viento,

Y ya están adelante

Dos correos que llegan al momento,

De esta noticia portadores fieles,

Y son, según la traza, dos lebreles.

—Á Dios, á Dios, amigo,

Dijo el Zorro, que estoy muy ocupado;

Luego hablaré contigo

Para finalizar este tratado.

El Gallo se quedó lleno de gloria,

Cantando en esta letra su victoria:

Siempre trabaja en su daño

El astuto engañador:

Á un engaño hay otro engaño,

Á un pícaro otro mayor.