Fábula XII. El León y el Ratón.

Estaba un Ratoncillo aprisionado

En las garras de un León: el desdichado

En la tal ratonera no fué preso

Por ladrón de tocino ni de queso,

Sino porque con otros molestaba

Al León que en su retiro descansaba.

Pide perdón llorando su insolencia;

Al oír implorar la real clemencia,

Responde el rey en majestuoso tono:

(No dijera más Tito)—Te perdono.

Poco después, cazando el León, tropieza

En una red oculta en la maleza;

Quiere salir, mas queda prisionero:

Atronando la selva, ruge fiero.

El libre Ratoncillo, que lo siente,

Corriendo llega, roe diligente

Los nudos de la red, de tal manera,

Que al fin rompió los grillos de la fiera.

Conviene al poderoso

Para los infelices ser piadoso:

Tal vez se puede ver necesitado

Del auxilio de aquel más desdichado.